Recordar es volver a pasar por el corazón!!
Luego de casi 40 años de haber permanecido dormidos en alguna parte especial de nuestro corazón, de repente y como una andanada se fueron despertando aquellos bellos recuerdos de infancia y juventud, de unas épocas vividas y gozadas en nuestro colegio Agustiniano de San Nicolás.
Todo comenzó con una llamada de Víctor Arcila a invitarme a una reunión de exalumnos y entonces esa noche a través de ir estableciendo contactos fueron floreciendo de nuevo los nombres de Carlos Augusto Ospina, mi hermano del alma, cómplice y compinche de aventuras, mamaderas de gallo, montadas que le hacíamos a los grandotes, Edgar Mora y su duelo del Mayoral, Jorge Niño, William Cadena con su imponderable pelo rebelde y sus gafas a prueba de balonazos en la cara, Mario Ortegón, su abrigo del Principito y su “Aja, ejemm, hay fiesta muchachos”, Cesar Augusto Niño, su hermano Luis y las avionetas de ¡ verdad verdad ¡que el papa les había regalado, Carlos “Bon Bon Bun “ Navarrete y su manejo pulcro del lenguaje, su hermanito Miguel, cachaco desde chiquito y siempre presto a andar batiendo el sahumerio en las misas del padre Saturnino, ahhh…, y por supuesto los profesores, difícil retrotraerlos con sus nombres de pila, pues lo que a la mente llegaba era : Machorrito, El Cuatrero, Carebagre, Sintaisis, El Borracho, pero también los especiales recuerdos de Michin Bonnet, Ricardo Salazar y su cero arriba, cero abajo y una vieja por debajo, el profesor Villamizar con sus casi dos metros de estatura y su …..”…resolver…” ,que nos revolvía los intestinos por dentro, los dibujos con las cajas de 24 y 48 colores Prisma que nos colocaba el profesor Beltrán y sus gafas eternas para el sol, el profe Emilio Luque, nuestra primera aproximación al amor por la ciencia, la férrea disciplina de los padres Ivan y Saturnino, y sus redadas al pelo largo y a las tiradas de tiza en los salones, en fin tantos recuerdos que se extendían más allá de las cuatro paredes del colegio, porque cómo no recordar también a Boston donde comprábamos las pelotas psicodélicas para los clásicos a muerte en hora de recreo de Millos contra Santafé, o cuando ya se asomaba la adolescencia y se aprendía a fumar con la anuencia del propietario, quien con su presencia de lord ingles se hacia el de la vista gorda, mientras se acompañaba el cigarrillo con una coca cola y un “negro”, ,….ahhh y el Churrero, aquel personaje pelirrojo, como sacado de una fábula del Tesoro de la Juventud, quien con un canasto arropado con un cobertor, desafiaba las leyes de la estadística para jugarse sus ganancias al todo por el todo en unos cari sellasos sin fin que en el mejor de los casos para uno terminaba uno con dolor de barriga o en el peor con dolor en el bolsillo pues se escapaba en un ya lo de la “mesada” que debería durar al menos una semana. Con estos y muchos otros recuerdos atropellados pero bellos comenzó este maravillosos re encuentro con aquellos amigos de infancia, y pudimos comprobar, que a pesar del paso de los años, estos seres maravillosos, algunos con barriga pero todos con canas (excepción del sardino Rodrigo Vargas), con hijos todos, ya con nietos algunos, a pesar del tiempo aun conservaban el alma de niños y seguían siendo casi los mismos introspectos o mamadores de gallo, protagonistas o silenciosos, pero queriendo estar ahí como a la hora del salón cuando a la 7:30 de la mañana sonaba el pito en el patio para dar inicio a las clases.
Con esta página Agustiniana, y este blog, pretendemos fortalecer nuestros lazos de amistad, recuperados y revividos después de cuarenta años, porque si hay algo que se debe cuidar en la vida además de a la familia, es a los amigos.
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